Fuente del Maestre, Badajoz – Hay historias que el tiempo, en su implacable avance, parece condenar al olvido. Cajas de cartón amontonadas en un rincón, negativos de vidrio que se quiebran con solo mirarlos y rostros que se desvanecen en la penumbra del recuerdo. Pero a veces, solo a veces, ocurre el milagro. Y en Fuente del Maestre, ese milagro tiene un nombre: José Gordillo Sánchez (1888-1972).
José Gordillo no fue solo un fotógrafo. Fue un artesano, un pintor de almas y paisajes, un emprendedor que trajo el cine a su pueblo. Fue, por encima de todo, un cronista, un notario de la vida que supo ver la trascendencia en lo cotidiano. Armado con su cámara de placas, capturó el alma de una Extremadura que ya no existe pero que sigue latiendo en sus imágenes: las bodas, las romerías, el trabajo en el campo, la inocencia de los niños y la dignidad en la mirada de los ancianos.
Décadas después, su legado, un tesoro de más de 20.000 negativos, corría el riesgo de perderse para siempre. Frágiles placas de vidrio y rollos de nitrato inestables que contenían la memoria visual de todo un pueblo. Pero aquí es donde la historia da un giro emocionante, uno impulsado por el amor y el deber.
La memoria revelada
Sus descendientes, especialmente sus nietas a través de la Fundación José Gordillo, se negaron a dejar que esos rostros se convirtieran en polvo. Con la pasión de quien protege su herencia más preciada y la meticulosidad de un cirujano, han emprendido una labor titánica: la recuperación, conservación y digitalización de este archivo monumental. Un trabajo que ha contado con la ayuda de expertos como el conservador portugués Luis Pavão, que han tratado cada negativo como la joya que es, estabilizando materiales a punto de desaparecer y congelando el tiempo a 20 grados bajo cero para asegurar su supervivencia.
Este esfuerzo colosal ha culminado en una obra que es mucho más que un libro. Es un monumento de papel y tinta: «Rostros del pasado. José Gordillo y su legado. La memoria revelada». Al hojear sus páginas, uno no ve simples fotografías antiguas; uno se reencuentra con sus abuelos, reconoce las calles de su infancia y siente el pulso de una comunidad que se resiste a desaparecer.
El legado de Gordillo es la prueba de que un hombre puede guardar el alma de su gente en una caja de madera y un trozo de cristal. Gracias a la tenacidad de su familia, hoy esos rostros nos miran directamente a los ojos, recordándonos quiénes somos y de dónde venimos. Nos recuerdan que, en esta tierra nuestra, la memoria no se olvida, se revela.
Si quieres más información:
- fundacionjosegordillo.es
- Facebook Pintor José Gordillo
- Instagram de la Fundación José Gordillo
Programa fuente del artículo: El Lince 3.0 | Canal Extremadura